miércoles, 20 de junio de 2012

¿Es Dios fan de los Beatles?

Con tanto satanismo y pactos con el diablo el rock and roll no parece una música demasiado apta para el Jardín del Edén (con permiso de Iron Butterfly). Robert Johnson y sus acólitos, entre los que destaca Clapton, pactaron con Lucifer; los Stones siempre serán sus Satánicas Majestades y su tema Sympathy for the Devil irá para siempre unido a la leyenda negra de la historia del rock;  AC-DC condujeron por una autopista hacia el infierno que acabó por costarle la vida a su primer cantante, Bon Scott; e incluso los Beatles se vieron involuntariamente relacionados con el asesino Charles Manson a través de la canción Helter Skelter. ¿Entonces porque podemos asegurar que Dios es fan de los Beatles?.
Uno se imagina el cielo como un lugar pulcro y aburrido, una oficina medio vacía con el aire acondicionado a todo gas, un lugar que despide olor a quirófano y en el que gobierna un Dios todopoderoso vestido de blanco y  que escucha a Bach mientras un coro de arcángeles comentan, igual que si fueran tertulianos de tele 5, el desarrollo de las últimas plagas y crisis que el señor manda para poner a prueba la fe de esos absurdos humanos. Nada nos hace pensar que a Dios le importa el fútbol, el sexo, comerse un buen cocido o escuchar rock.


Sin embargo hay un motivo para pensar que al creador le gustan los Beatles. Todo comenzó en marzo de 1966, los Beatles ya habían publicado Rubber Soul y su popularidad estaba en todo lo alto. La periodista Maureen Cleave decidió entrevistar a los cuatro miembros de la banda por separado y tras visitar la casa de Lennon y revisar su biblioteca se decidió a preguntar a éste acerca de la religión. Lennon, que habitualmente era una mina de titulares para cualquier periodista, le dijo que el cristianismo desaparecería añadiendo literalmente: "We are more popular than Jesus now" (somos más populares que Jesús ahora mismo). El artículo apareció publicado en el Evening Standard, en Inglaterra, ese mismo mes y no provocó ninguna reacción, parece que los británicos estaban acostumbrados a las provocaciones de Lennon.
El problema llegó cuando en agosto del mismo año la entrevista apareció en Estados Unidos en la revista para adolescentes Datebook con la controvertida frase de Lennon en la portada. Las reacciones del Cinturón de la Biblia no se hicieron esperar y algunas emisoras vetaron las canciones de los Beatles de sus programaciones habituales y presionaron para suspender algunos de los conciertos que la banda tenía previstos para su inminente gira. El promotor de los Beatles, Brian Epstein, preocupado por la integridad del grupo se planteó suspender el tour por los Estados Unidos y acució a Lennon para que realizara unas declaraciones con las que apaciguar el ambiente. Las respuestas de Lennon ante los periodistas el 11 de agosto no calmaron demasiado los ánimos, trató de pedir disculpas pero añadió que sus palabras habían sido mal interpretadas y que él se refería a que los Beatles podían tener más significado para algunos adolescentes que la religión.

Mientras tanto imaginemos a Dios en un diáfano despacho en el cielo tratando de no quedarse dormido a media mañana. Aparece el arcángel Gabriel, con su aspecto asexuado a lo Robert Plant, se presenta  para comunicarle que un grupo de rock and roll de una ciudad llamada Liverpool dicen ser más famosos que su propio hijo, vaya herejía. Dios duda por un momento y le pide a Gabriel que le explique que es eso del rock and roll. Pese a su parecido con Robert Plant Gabriel no consigue definir muy bien el fenómeno y Dios, impaciente, le pide un disco de esos dichosos Beatles. Casualmente la banda acababa de publicar Revolver, así que introduce el vinilo en su tocadiscos y suena Taxman, a dios tampoco le caen bien los de hacienda, "parece que estos chicos no son tan malos", piensa. De repente, segundo corte, Eleonor Rigby, - Dios!! -exclama el creador- esto es precisamente lo que veo cada vez que miro al mundo, toda esa gente solitaria. Dios le pide a Gabriel más discos de los Beatles y le ordena que le tenga informado de sus andanzas.




Volvemos a la tierra. El odio a los Beatles y en especial a John Lennon no deja de crecer en el Cinturón de la Biblia, y el 12 de agosto de 1966 la cadena de radio KLUE de Longview en el estado de Texas hace un llamamiento a los jóvenes de la localidad:"we are inviting local teenagers to bring in their records and other symbols of the group´s popularity to be burned at a public bonfire on Friday night" (invitamos a los jóvenes de la localidad a traer sus discos y otros símbolos de popularidad del grupo para ser quemados en una hoguera pública el viernes por la noche). Como en un fuego inquisitorial fueron quemados los símbolos de la herejía (a falta de herejes a los que quemar) e incluso el Ku Kux Klan mandó una delegación que hizo arder una gran cruz de madera sobre la que se encontraba un disco del grupo. Los integristas cristianos habían demostrado que la América blanca no permitiría el insulto a sus creencias.La América racista y reaccionaria no podía quemar a los Beatles pero al menos quemarían sus imágenes para apaciguar la ira de Dios, no dejarían que sus hijos escucharan aquella música de negros, aquella música del Diablo. Dios les observaba y lo aprobaba. O eso creían.


Al día siguiente, la mañana del 13 de agosto de 1966, un rayo cayó sobre la antena de la KLUE de Longview, Texas, dejando inconsciente al director e inutilizando las instalaciones. En el pueblo no se dio demasiada importancia a la noticia pero seguro que alguien pensó: ¿Y si Dios es fan de los Beatles?

sábado, 9 de junio de 2012

La primera Stratocaster de Irlanda

Existe en Dublín una calle de cuya pared cuelga una réplica de una desgastada y roída Fender Stratocaster de 1961, es Rory Gallagher's corner y la guitarra que puede verse en el muro es una copia exacta del único amor de este extraordinario e injustamente olvidado artista.
En una ocasión le preguntaron a Hendrix, Jimi, ¿que siente el mejor guitarrista del mundo? Hendrix respondió: No lo sé, pregúntale a Rory Gallagher. 
Con otro carácter más excéntrico podría haber llegado al gran público y convertirse en un mito, como Clapton o Hendrix, pero decidió seguir por su camino, no publicar singles, no dejarse llevar por las modas pasajeras y profundizar en un rock cargado de raíces folk y blues. Una música que lo convirtió en referencia de artistas como The Edge (de U2) o Slash (de Guns and Roses).

Hablar de Rory Gallagher es hablar, además, de una guitarra que ya es un icono de la historia del rock and roll. La leyenda asegura que su Fender Stratocaster es la primera que llegó a Irlanda. El tipo que la encargó quería una roja y esta preciosa Strat Sunburst quedó en la tienda esperando al músico al que estaba predestinada. Rory la consiguió de segunda mano por un precio que entonces a su madre le pareció una fortuna, 100 libras, pero él la convenció argumentando que con ella podría tocar tanto la parte rítmica como la solista ganando así más dinero. Por entonces y con solo 15 años el joven músico tocaba en una de esas showbands que recorrían los salones de baile del país haciendo versiones de otros artistas para un público que solo quería una música de fondo que le ayudara a olvidar la fábrica, la mina y el desengaño cualquier sábado por la noche.
Gallagher y su Strato recorrieron juntos Irlanda e Inglaterra y quedaron para siempre unidos. Es muy raro que un guitarrista conserve y use el mismo instrumento durante toda su carrera, por ejemplo la mítica Lucille  de B.B, King han sido en realidad muchas guitarras del mismo modelo, la Gibson ES-335 de color negro, que por cierto también tiene una gran historia detras. Rory conservó su Strat durante toda su carrera, de ahí ese aspecto de ruina desgastada que sin embargo le otorga toda su personalidad, la de un instrumento que ha sido utilizado para aquello que fue concebido, hacer rock and roll. Aunque mucha gente puede pensar que la ausencia de pintura y barniz se deben al descuido, en realidad es consecuencia de un curioso fenómeno, Gallagher tenía un grupo sanguíneo muy raro y la acidez de su sudor actuaba como un decapante sobre su guitarra. Viendo sus directos se comprueba que el artista nunca escatimo una gota de esfuerzo frente a su público. La historia de la guitarra no termina aquí, durante una gira fue robada de la furgoneta del grupo. Parece ser que durante un par de semanas estuvo desaparecida e incluso un programa de televisión se hizo eco de la noticia. Finalmente la guitarra apareció abandonada, había estado bajo la lluvia y había sufrido algunos daños pero de manera increíble volvió a su dueño. De nuevo el destino los reunía. Rory juró que nunca la pintaría y que nunca se desharía de ella, y cumplió su promesa, su Fender Stratocaster le acompañó durante sus 30 años de carrera, tanto en sus grabaciones como en sus directos, en los cuales solo solía cambiarla por una Telecaster con afinación abierta o por sus acústicas.
Obsesionado por la música de artistas como Chuck Berry, Leadbeally, Woody Guthrie o Muddy Waters formó su primera banda, Taste, donde desarrolló su blues y su rock más eléctrico. Los legendarios conciertos de Taste inflamaban al auditorio pero Rory no estaba contento ni con el sonido de la banda ni con las condiciones en las que se realizaban las giras. Tras una recordada actuación en el Isle of Wright Festival en 1970 el grupo se disuelve y comienza su carrera en solitario.




Los años 70 presenciaron la explosión de un Gallagher que llegó a ser requerido por los Stones como guitarrista, esta vez no pactó con el diablo y prefirió seguir su camino en solitario a tocar a sueldo de dos egos (Jagger y Richards) con los que probablemente no hubiera tardado en entrar en conflicto. Comenzó a girar en solitario con su banda por Europa y los USA recorriendo así su particular Lonesome Highway  en la que podía sentirse a sus anchas combinando el rock and roll y el blues más eléctrico de Craddle Rock  con la sensibilidad folk y acústica de Out on the western plain, increíble arreglo de un tema de Leadbelly. Discos como Blueprint o Tatoo muestran a la perfección estas dos vertientes de un artista nacido para la carretera y que fue capaz de eclipsar a los mismísimos Aerosmith tras tocar como telonero para ellos. Parece que Gallagher se metió en el bolsillo a todo el público y despues de tres temas de Steve Tyler y los suyos todavía se oía corear el nombre de Rory en las gradas.

Los 80 no fueron sus mejores años, la llegada del punk y el techno relegó a los artistas que hacían una música respetuosa con las raíces del rock. Aunque Rory seguía girando, sus problemas con el alcohol y los calmantes que necesitaba para superar su miedo a volar deterioraron gravemente su salud, el 14 de junio de 1995 falleció por las complicaciones tras un transplante de hígado. Quizá el final de los 90 y la década siguiente hubieran colocado a Gallagher en el lugar que merecía en la historia del rock and roll o quizá como él mismo dijo en una de sus canciones había nacido en un tiempo equivocado.

martes, 5 de junio de 2012

Una fábula de rock and roll.

Una fábula de rock and roll, la frase con la que comenzaba una película que tal vez no pase a la historia del cine, pero que a mi todavía me pone los pelos de punta. La película en cuestión era Calles de fuego, de Walter Hill,-que ha firmado entre otros títulos CrossroadsLímite 48 horas o El último hombre-, un cuento contemporáneo del rock, con estética a medio camino entre el cómic y el videoclip y alma de western. 
Quizá el argumento de Calles de fuego no sea demasiado original: durante un concierto de la estrella de moda, Ellen Aim -interpretada por Diane Lane- la banda de moteros conocida como los Bombarderos y capitaneada por Raven Shaddock -un genial Willem Dafoe- irrumpe en el escenario y secuestra a la cantante. Reva Cody, escribe a su hermano Tom -Michael Paré- pidiéndole ayuda, éste acude pero en principio se opone a rescatar a la que había sido su novia. Tras varias peleas, robos de coches y discusiones Tom Cody negocia el precio de su ayuda con el representante y actual novio de Ellen, Billy Fish -al que da vida Rick Moranis-. Ambos y una soldado de fortuna en busca de empleo -Amy Madigan- se internan en la Bateria, refugió de los Bombarderos, y tras rescatar a Ellen Aim consiguen huir. Como era de esperar, el viejo amor entre la cantante y el tipo duro renace durante la huida. Sin embargo, Raven Shaddock buscará venganza y él y Cody deberán enfrentarse en una duelo final en el que por supuesto el héroe vence. Finalmente, Cody renunciará al amor de Ellen por considerar que no puede competir con su carrera como cantante, todo al más puro estilo de un western.
Considerada una película menor, como todo el cine de Hill, al que se ha menospreciado por ser un director de acción, tiene un ambiente y un estilo inconfundible que atraen de manera poderosa. El comienzo nos sitúa en otro tiempo, otro lugar, una ciudad posindustrial con vehículos de los años 50 y personajes con looks donde se mezclan las estéticas del punk y el glam con las de rockers o moteros. La cinta cumple con su palabra y ofrece una verdadera fábula del rock and roll, no sólo por el argumento y los diálogos, que parecen sacados de una balada heavy de los 80', sino sobre todo porque la música se convierte en el personaje más importante, creando una atmósfera propia que la convirtió en un film de culto . 




Por eso, si hay algo destacable e imprescindible en la cinta es su banda sonora, no en vano la partitura está escrita por todo un especialista, el grandioso Ry Cooder, y cuenta con varios temas inolvidables de otros grupos, por ejemplo, Nowhere fast con el que empieza el concierto de Ellen Aim dando una sensación de ritmo que va a durar durante buena parte de la película.
La música original de Cooder da a las escenas ese ambiente fronterizo e indefinible que nos lleva de la road-movie al western, con sus guitarras slide y sus distorsiones imposibles que agregan oscuridad, tenebrismo o adrenalina a la acción . Cooder reinterpreta clásicos como Johnny Be Good de Chuck Berry, o Rumble de Link Wray, añadiendo material propio en la que era su tercera colaboración con el director Walter Hill tras The Long Riders, 1980 y Southern Comfort, 1981.
Otro momento inolvidable es la actuación en la Batería, escondite de Shaddock, del grupo The Blasters,- que también participaron en la Banda Sonora de Abierto hasta el amanecer- interpretando los temas One Bad Stud y Blue Shadow mientras una stripper baila sobre la barra del bar.
Una fábula de rock and roll, una película de culto, un western de bandas callejeras, un cuento de otro tiempo, de otro lugar, todo eso es Calles de fuego.